Navegamos al sur.

Lunes 17 de julio. De castillo en castillo….y voy…porque me toca

Itinerario: Sank Goar-Lorelyblick-Castillo de Rheinfel- castillo de pfalzgrafestein-Bacharach
Pernocta: Area de Bacharach (50.054938; 7.772056)

¡Qué lugar tan delicioso ha resultado ser esta aislada área de Sank Goar!. Tanto que después de desayunar  a la sombra de un pequeño membrillo hemos estado leyendo hasta las 10,30, sin prisa, disfrutando de la tranquilidad de este lugar. Luego he visto con envidia como nuestros vecinos preparaban dos caballos con un montón de enseres, incluído un mapa, han montado y se han ido.

Hemos cargado agua y partido rumbo a Loreley,  acantilado de pizarra de más de 400 metros de altura, pero cuando hemos llegado al cruce una señal nos enviaba a “loreleyblick”. Sin saber qué era, pero como teníamos tiempo y estamos preparados para las sorpresas, hemos dado marcha atrás y seguido las señales que nos han dejado en un aparcamiento a unos 300 metros de lo que ha resultado ser un mirador sobre el Rin desde donde se contemplaba una impresionante vista sobre el acantilado de Loreley, el río, y el camping. Desde allí arriba parecían maquetas.

El Rhin a su paso por aquí tiene hasta 82 metros de profundidad y es una zona muy estrecha por lo que es uno de los lugares más peligrosos de esta zona.

El nombre de Loreley  aparece en una historia romántica. Loreley es una bella muchacha de Bacharach que quiere quitarse la vida porque su enamorado le es infiel. El obispo, fascinado por su belleza y la humildad, la lleva a un convento. De camino al convento, ella se detiene en el acantilado para mirar hacia atrás el palacio de su enamorado y cuando lo ve a caballo, ella se lanza a las turbulentas aguas de abajo.

En el cuento de hadas del Rhin del siglo XIX el autor varió el tema para que Loreley  aparezca como la mujer angustiada Lurley, sentada en una roca peinando su largo cabello dorado y atrayendo a los barqueros a su destrucción. Hoy en día, cada dos años se escoge a miss Loreley entre las mujeres más bonitas de la región.

Luego hemos regresado sobre nuestros pasos al castillo de Rheinfel del siglo XIII, bueno, a lo que queda de él.

Nos han cobrado 5 euros por pasear por las ruinas de lo que un día fue uno de los mayores castillos de la zona y de los centros más importantes de la vida cortesana de esta región, utilizado como residencia de un conde. Desde principios del siglo pasado es propiedad de la ciudad de St. Goar. 

Desde el castillo se tienen unas maravillosas vistas sobre el Rin.

Ahora hemos partido rumbo al otro lado del rio, al castillo de Maus. Nos hemos puesto en la cola del ferry, embarcado y en dos minutos estábamos ya al otro lado. Nos ha parecido caro. Hemos pagado 8,50 euros, así que ahora nos hemos pensado muy mucho cuantas veces vamos a atravesarlo.
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Siguiendo las señales hemos llegado a los pies del castillo Maus, pero no hay ni una plaza de aparcamiento, ni nada que pudiera dar a entender que se puede visitar, así que nos hemos parado a reconstruir el día y los que nos quedan aquí para optimizar esta orilla.


Un poco después de desembarcar y en dirección a Kaub hemos visto un par de autocaravanas junto al Rin en primera línea, comiendo y hemos hecho los propio también. Así, mientras que degustábamos de nuestros manjares hemos disfrutado de unas hermosas vistas sobre el rio y el trasiego de barcos de mercancía, cruceros y de todo tipo que van y vienen por él.

Hemos decidido bajar hasta Kaub.  Nos hemos acercado al castillo de Pfalzgrafestein , Patrimonio de la Humanidad  y que aparece solitario en una isla en medio del cauce del Rin, con su proa puesta hacia el Sur, mirando a Maguncia. Curiosa edificación de un limpio color blanco que contrasta con el negro de sus tejados.

Construido en el siglo XIV, este era un castillo aduanero sobre un islote, frente a la villa de Kaub que sirvió como estación de peaje hasta mediados del siglo XIX. Su  función era la de recaudar impuestos ya que no podía ser evitado, funcionando conjuntamente con otro castillo y la villa de Kaub. Una cadena que atravesaba el río forzaba a los barcos a detenerse y aquellos comerciantes que no cooperaban podrían ser retenidos en las mazmorras, hasta que se pagase el rescate. Su espartano cuartel albergaba una dotación de unos veinte hombres.

La isla sobre la que se erige el castillo fue usada para cruzar el Rin por 60.000 soldados en el invierno de 1814, en persecución de Napoleón.

Un barco espera pasajeros para acercarlos a esa isla, pero su visita no nos parece atractiva ya que en su interior solo parece haber un museo, así que continuamos caminando un poco más para regresar sobre nuestros pasos y adentrarnos por las calles de Kaub.  Y hay que decirlo todo, nos han resultado solitarias y algo tristes, con alguna bonita casa en algún sitio, pero nada especial que mencionar. Únicamente  que en la puerta de una tienda de plantas me encapricho de un edelwais  así que por tres euros me lo llevo a ver si agarra en Boadilla o en Avila (sobrevivió al viaje pero no a los intensos calores que azotaron Boadilla durante varios días).

Cargados con nuestro tiestecillo regresamos a la autocaravana  y continuamos nuestro camino hacia Lorch, al ferry para tomarlo  y  cruzar a la otra orilla, pero nos encontramos con una limitación de altura de 2,70m, así que nos vemos obligados a subir hasta Kaub para cruzar. Afortunadamente el precio es un poco más barato: 6,70 euros.

Hemos elegido el area de bacharach (50.054938; 7.772056) en vez de subir a Oberwesel, donde no hay area y tan solo son aparcamientos.  

Antes de encontrarla  hemos visto aparcamientos para turismos frente al río y con hierbecilla, pero valen 15 euros aunque una suiza nos dice que con que pongamos 10 será suficiente. Nos parece caro, sobre todo porque a 200 metros está el área cuyo precio es de 9 euros sin electricidad, aunque por supuesto no hay sitio en “1ª fila” con vistas directas al Rin. Esta área pertenece y está a las puertas del camping donde hay sitio en la misma orilla del río pero a 19 euros.  Angel dice que estamos bien donde estamos aunque vemos el río entre autocaravana y autocaravana.

Cuando nos acercamos al camping  a pagar vemos que tiene una playita y que hay gente bañándose. Pocos, pero los hay así que preguntamos si podemos hacer lo mismo y nos responden afirmativamente. Angel no se lo piensa dos veces y coge su bañador, pero yo sí que me lo pienso más además de que no me gustan los ríos. Pero Angel hace la pregunta del millón, donde me voy a bañar otra vez en el Rin con la edad que tengo así que no hizo falta insistirme más, me pongo el bañador y ya en la orilla compruebo que la temperatura del agua es estupenda, así que soy la primera en meterme. El fondo está algo fangoso, baboso, pero el baño resultó delicioso y quedó como otra experiencia más.

Y aquí estamos a las 20 horas sentados a la puerta de la autocaravana disfrutando de una buena temperatura, de un cielo azul con nubecillas que no amenazan lluvia y esperando para cenar en breve.

Y hemos restructurado el resto del viaje.Nos quedan dos días por el Rin, martes y miércoles en los que bajaremos hasta Bingen y desde allí iniciaremos el regreso pasando por Saasburg, ciudad del Mosela de la que hemos leido que es muy bella.



Antes de dormir nos acercamos a la ciudad. Y vamos descubriendo su belleza en todos los rincones y me enfado porque le digo a Angel que quiero descubrirla con la luz del día  y no ahora con esta luz mortecina del final de la tarde que  entristece y oculta la belleza de lo que vamos viendo, pero él insiste en seguir adentrándose en sus calles.

Al final cede ante mi insistencia  y regresamos.  En “casita” sacamos unas sillas y nos acercamos al borde del rio, donde no hay ninguna autocaravana y allí dejamos que la noche vaya llegando y cubriendo con su manto el cauce de este impresionante rio cuajado de historia y por el que no paran de circular barcos.

MARTES 18 de Julio. La vida del Río.

Itinerario: Bacharach-Oberwesel- Trechtingshausen,
Pernocta: Camping en Trechtingshausen (50.004109; 7.856464)

Y he vuelto a dormir con tapones en los oídos y todo perfecto, pero Angel se ha quejado del ruido del tren y de la carretera. Y es que yo creo que aquí la gente soporta niveles de ruido que serían intolerables en España, por mucho que digamos que nuestro país es muy ruidoso, que lo es. Comprobamos que aquellos vecinos que piden la prohibición de circulación de trenes entre las 22 horas y las 6, tienen más razón que un santo, sobre todo si a su petición sumamos que los trenes pasan a escasos metros de sus viviendas, y esta afirmación es textual y no exagerada, como he comentado antes.

Hoy el día es luminoso, con un cielo azul que presagia calor, como así fue. Después de desayunar nos dispusimos a visitar la ciudad de Bacharach y al igual que ayer, según nos internamos en sus calles vamos descubriendo rincones cada vez más hermosos hasta culminar en la plaza del mercado, llena de edificios de entramado de vivos colores que contrastan con el blanco de las paredes.

Bacharach es mencionada por primera vez en un documento del año 871.

Antes hemos subido a las ruinas de lo que en su día iba a ser una iglesia gótica, la capilla de Werner. Los arcos puntiagudos, los huecos donde deberían haber ido o iban las vidrieras están vacíos, faltos de vida, pero el cuadro es muy romántico y bello.

Arriba se destaca la figura del castillo de Stahlech, hoy hotel.



Entramos en la iglesia, bella como todas, con las nervaduras coloreadas destacando sobre el blanco inmaculado de paredes y bóvedas.

Y continuamos nuestro camino sin dejar de poder mirar y admirar multitud de rincones bonitos, de un tipismo deslumbrante, armoniosos y, como ya he dicho antes, con la belleza que da la sencillez de la arquitectura civil.

Compramos algunos vinos del rin, de esta uva, la riesler, que nos ha gustado, y luego pan. Recogemos nuestra autocaravana del area y ponemos rumbo a Oberwesell. Para hoy es lo que tenemos previsto.

Yo no me encuentro bien. Estoy muy cansada. Tengo sueño. Necesito descansar y tan solo son las 12,30 así que pensamos en buscar algún camping, area o aparcamiento decente donde poder quedarnos.


A la entrada de Oberwesell vemos un lidl y entramos, pero antes de comprar dice Angel que vayamos a visitar la ciudad. Cuando nos dirigimos a ella vemos un camping a orillas del Rin y preguntamos. 9 euros. Un precio mas que aceptable pero, no queda sitio en primera línea, junto al rio, y tampoco nos dan sombra y hoy, el sol aprieta, así que nos surgiere que subamos a otro camping que luego vemos que es el de st. Goark, el de Lorewey, también un secarral. La otra opción es descender hacia Bacharach donde hemos pasado esta noche.

Decidimos dar un paseo por la ciudad y luego decidiremos.

Después de ver Bacharach, esta ciudad no nos dice gran cosa. Sí es cierto que encontramos algún rincón hermoso, como la plaza del mercado, pero nada más. Yo he leído que lo bonito está en las iglesias de las que parece que hay tres, pero están cada una a un extremo de la ciudad. Estoy cansada, tengo calor, quiero dormir descansar....los años....no perdonan....hemos llevado un ritmo lento, tranquilo y aun así, lo noto. Luego supe que este cansancio podría haber respondido a otra razón.

Las calles de esta ciudad, además, están vacías,  carentes de vida, de alegría. Los comercios a estas horas, las 13, cerrados, con lo que no invitan para nada a perderse por las calles, así que  entre unas cosas y otras, decidimos regresar y poner rumbo hacia Bingen. Después de Bacharach hay un camping en Trechtingshausen, junto al castillo de Soneck y decidimos probar suerte.

Y es aquí donde estamos, en el camping Marienort. Hemos llegado pasadas las 14 horas  siguiendo una señal por una carreterita estrecha paralela a la vía y cruzando los dedos para que no apareciera alguna autocaravana porque seguro que no hubiéramos cabido. El camping es asequible, 15 euros más 3 de electricidad pero un poco anárquico. Al menos donde estamos nosotros: no está parcelado y la gente se pone “where they want”. Nosotros hemos tenido la suerte de encontrar una parcela junto al río y bajo dos enormes nogales que nos aseguran sombra casi todo el día, así que no hemos buscado más y nos hemos colocado aquí aunque el espacio que nos han dejado -unos holandeses  ¡madre mia, son una plaga!- , y un inglés, no es suficiente para poner la autocaravana paralela al rio en primerísima línea, como están ellos, pero nos hemos conformado con ponerla a 2 metros de él, y aunque no estamos justo al borde, sí junto a él asomándonos directamente.

Y aquí estamos apalancados desde las 14,30 en que hemos comido y yo me he desmayado en la cama hasta las cinco de la tarde. No me he movido ni para ver el resto del camping ni para ver cómo vamos a salir mañana, ni cómo estamos de cerca del castillo que lo tenemos encima, y que, por cierto, es una belleza, de piedra entre roja y negra uno de los más bellos de este Rin. Su silueta se recorta en lo alto de una loma, asomado al  río.

Desde donde estamos vemos también recortada en parte la figura de otro castillo cercano que también tenemos previsto visitar.

Pero ahora disfrutamos de ver pasar los barcos cuya frecuencia a estas horas ha disminuido considerablemente.  Prácticamente solo circulan cargueros. Los cruceros y mini cruceros han dejado de pasar. Entre ellos hemos visto por segunda vez el Goethe, un antiguo barco que funciona con noria. Y como no, tenemos tren detrás, y tren delante y carretera detrás y carretera también delante. Y los barcos que ascienden hacen ruido porque aquí la corriente se nota más fuerte y para remontarla tienen que esforzarse. Los que bajan se dejan llevar. Realmente es entretenido ver el trajín del rio.

Durante la tarde han llegado más campistas, principalmente gente que va en bicicleta  y monta su tienda de campaña para pasar la noche. Y hemos tenido la gran “suerte” de que se nos ha instalado una madre con tres monstruos maleducados justo a nuestro lado. Hablan a gritos, solo se les oye a ellos. Y me fui a la cama a las 22 y seguían de juerga y a gritos en la tienda. En todos los sitios cuecen habas....

Después de cenar me di un paseo por el camping y descubrí que el sitio con más sombra era el nuestro. El resto es un camping al más puro estilo español de “cebollitismo”, con caravanas y avances, parcelado, con jardines, enanos, cenadores, etc. Pero tengo que decir que había cierto orden o quizás  la línea del rio marcaba ese orden.

Así que estos días he hecho varios descubrimientos a la vez, que se suman al que ya tenía de que  fuera de establecimientos turísticos y sitios también turísticos, es difícil encontrarte con alemanes que hablen o chapurreen el inglés. Y que también cometen infracciones, como en todos los sitios, aunque ellos digan que eso sólo lo hacen los  inmigrantes (muchos me parecieron a mí porque fueron uno tras otro), que hay niños maleducados y molestones en todos los sitios, así como sus padres que les toleran eso y  que hay campings igual que en España, llenos de cebolletas donde además reina cierta anarquía y también que la contaminación acústica en esta zona de Alemania es muy elevada, hasta niveles que en nuestro país  creo que no toleraríamos.

Y con estas reflexiones y tras dejar que la noche nos arropara viendo pasar barcos para arriba y para abajo, nos fuimos a dormir. Y curiosamente, pese a estar aquí quietos desde las 14,30 horas….no nos hemos aburrido nada de nada. ¿nos hacemos mayores?

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