Iniciando el regreso

Miercoles, 19 de Julio. Extraño día.

Itinerario: Trechtingshausen-Castillo de Sooneck-Saasburgo
Pernocta: área de Saasburgo (49.601507; 6.553788)

Me desperté a las 6,30 y ya no me dormí. Enseguida empecé a oir a los monstruos de al lado con sus voces estridentes sin pensar que hay otros que a las 7 o 7,30 pueden querer dormir.

Con un sol radiante tomamos nuestro desayuno fuera, disfrutando de lo que sería nuestra última vista del Rin, para acercarnos al castillo de Sooneck.

Aunque pensábamos que lo teníamos prácticamente sobre nuestras cabezas,  el navegador me indicaba unos kilómetros por carretera hacia atrás.

Salimos de este camping donde llegar es complicado y salir también y donde el dueño ha sido listo y ha puesto en la carretera señales de aparcamiento o área de autocaravanas cuando lo que realmente es, es un camping.

Regresamos sobre nuestros pasos siguiendo al navegador, pero nos pareció demasiado. No me cuadraba, pero continuamos obedientemente. Así dejamos el castillo que estaba sobre el camping, para tomar una desviación cuya señal indicativa nos dirige a Burg Sooneck. Ascendemos por una carretera de suficiente ancho, pero cuando queda un kilómetro , ésta se estrecha dejando cabida a tan solo un vehículo. Me detengo pero decidimos continuar. Después vemos que hay “apartaderos”, pero el firme no está en muy bien estado.

En poco tiempo llegamos a un pequeño aparcamiento (50.021714; 7.820619) y luego continuamos andando por la carretera que ascendiendo suavemente, se abría paso por un bosque de hayas y robles  hasta llegar a los pies del castillo que se alza majestuoso en medio de él. Es realmente hermoso.

Fue construido probablemente en el siglo XI y formaba parte de un sistema de defensa de la abadía Kornelimünster cerca de Aquisgrán.  En el XIII fue asediado y destruido dejándolo en estado ruinoso e imponiendo además la prohibición de reconstruirlo, medida vigente hasta el siglo XIV. Posteriormente fue restaurado y paró a manos de una familia austriaca que la convirtió en su residencia.  

En el siglo XVII durante la Guerra de los Nueve Años, fue arrasado por las tropas francesas, y en el 
XIX adquirido por el príncipe heredero de Prusia, después rey y  por sus hermanos que lo reconstruyeron como castillo de caza, respetando la mayor parte de las ruinas que quedaban. A  principios del XX paso a manos del gobierno alemán.

Tiene una impresionante ubicación con unas maravillosas vistas.

Vale 5 euros visitar el interior y pasear por los jardines, y 3 euros solo  andar por los jardines. Angel dice que no entra, que está harto de ver sillones, mesas y otros muebles y que pasa. Yo digo que sí hago la visita a su interior que no empieza hasta dentro de veinte minutos por lo que decidimos dar un paseo por los jardines.

Me maravilla como alrededor de lo que es o son los edificios principales de estos castillos o fortalezas, construidos en escarpadas pendientes, disfrutan de unos jardines hermosos aprovechando los desniveles del terreno para tener todo tipo de plantas  y arbustos y hacerlo un lugar bello.

Pero hay un ruido insoportable que proviene de una loma frente al castillo que está siendo literalmente barrida por lo que parece una mina. Así un calvero de tierra, asolado, desnudo de árboles, contrasta con el verdor de los bosques que le rodean y está frente a este castillo. Están haciendo extracción de algo con maquinaria muy pesada que hace un ruido espantoso. Y vuelvo a decir lo mismo: esto en España no hubiera sido admisible, ni por el ruido ni por su ubicación en un doble sentido: en medio de un bosque y frente a un monumento histórico.

A las 11 otra pareja y yo entramos en el edifico. Perfecto alemán y  aquí tan solo me ofrecen una hoja explicativa en… inglés. Solo la hay en francés, inglés, holandés, italiano –manda “güevos”-...pero no en español.

Hay poco más de cuatro estancias, nada llamativas, excepto una cama de tamaño muy pequeño, 1,85 metros y leo algo  de que  en la época no dormían tumbados, extremo que tendré que confirmar cuando regrese. Una máquina de escribir antigua, algún que otro cuadro y poco más. Visita por tanto, y a mi juicio, totalmente prescindible excepto por el exterior.

Al terminar veo como la señora de la pareja desliza un billete de 10 euros al guía, que coge y se guarda en el bolsillo. ¡Vaya que sorpresa!, sigo con mis “descubrimientos” sobre los alemanes.
Ahora dudamos entre iniciar el regreso o acercarnos al castillo de Reichenstein –el que ayer creí yo que era Sooneck y que estaba en la cima del camping-.

Decidimos acercarnos pero no encontramos el acceso, tan solo se indica en la carretera la salida, pero no la entrada así que cansados y aburridos, decidimos iniciar el regreso, ahora ya con un día de antelación acumulado a los que ya llevábamos. Y es que en un principio íbamos a empezar con el Rin el lunes para iniciar el regreso el viernes.

Hemos puesto rumbo a Saarburg, una ciudad del Mosela que leí en su día que era muy bonita. Se puede llegar en barco desde cualquier otro punto del Mosela pero la travesía suponía todo un día entre ir y volver y tanto tiempo encerrados en un barco no nos resultó atractivo.

Y llegamos al área de esta ciudad distante unos diez minutos del centro histórico con sol de justicia que castiga y un calor que nos recordaba a España. Eran las 5 de la tarde. Hemos buscado una sombra, pero los alemanes no son tontos y estaban todas cogidas así que hemos orientado la autocaravana para acogernos bajo la protección de su sombra. Pero a las 19.30h los cercanos árboles del río nos regalaron la suya.  

El área no tiene nada en especial, un prado, parcelado, con parcelas grandes, con cesped, cuidado y con servicios por los que pagas convenientemente en función del uso que hagas de ellos:  agua, la duchas.... 10 euros y la luz en función de los kilowatios que uses.

Después de instalarnos nos hemos bebido lo que hemos pillado fresco por la autocaravama y ahora disfrutamos de un breve descanso antes de cenar e irnos a la cama.

Mañana visitaremos la ciudad y partiremos hacia Francia con la posibilidad de parar en Metz para ver su catedral aunque el área para pernoctar no está para nada recomendada. Ya iremos planificando poco a poco y sobre la marcha.

Jueves 20 de julio. El agua y la luz

Itineario: Saasburg- Saarschleife Cloef  (Orscholz)-Metz-Anmeville
Pernocta:Area de Anmeville (49.247897; 6.138131)

Llevaba ya dos días sin “regar” y hoy, por la noche se ha desatado la lluvia. Ha jarreado. También por la mañana a primera hora. El cielo ha amanecido gris, amenazante pero hemos dormido como no lo habíamos hecho desde que empezamos con el Rin, exceptuando la noche la granja.

Después de desayunar y armados con chubasqueros y sendos paraguas, hemos ido caminando 10 minutos por la orilla del Saas hasta la ciudad y si en un principio no nos decía nada, hemos descubierto que por su casco viejo discurría el río alrededor del cual se han dispuesto las casas y una plaza llena de terrazas donde a estas horas la gente disfruta de una buena temperatura sin lluvia. Los puentecillos que cruzan este río están adornados con geráneos lo que añade una nota de color dotando de una mayor belleza a este peculiar lugar.  

Al final de la plaza el río se desploma formando una pequeña cascada. A un lado lo han encauzado por medio de canales para que el agua moviera tres norias de las que ahora solo parecen moverse dos.

En realidad el pueblín solo tiene esto, pero lleno de encanto. Entramos en la cercana iglesia y si bien no tiene nada destacable, en su interior están ensayando un concierto así que puedo oir y ver un violín  y el arpa. La buena acústica y la magia del lugar me atrapan y permanezco sentada en un banco escuchando mientras que el tiempo pasa. Angel espera fuera con nuestra peluda.

Salimos y descendemos por una calle casi paralela al río. Las casas aquí no son de entramado, pero sus fachadas están pintadas de bonitos tonos pastel. Un pueblecito encantador.

Regresamos a la autocaravana para sobre las 12, dos horas después de haber partido para el pueblo, poner rumbo ahora a Metz, a su catedral.





Circulamos por carreteras comarcales que se abren paso por manchas de bosque o verdes prados y nos topamos con una curiosa señal que tiene un ojo pintado y pone  Saarschleife Cloef  marcando una distancia de 6km. Paro y nos preguntamos si nos acercamos  o no a investigar y decidimos que sí.

Llegamos a Orscholz una población pequeña pero llena de aparcamientos de coches y lo más sorprendente, para autocares. Hemos dado con algo gordo, pero aun no sabemos el qué. Yo sospecho,  ya que preparando el viaje recordaba una fotografía de una impresionante vista de un meandro, pero no estoy segura.

El aparcamiento para autocaravanas está donde cristo perdió el gorro y encima hay que pagar, así que Angel recordando haber visto un supermercado atrás me dirige hacia él. Aparcamos más cerca y gratis.  

Tras andar siguiendo a la gente ya que no había ninguna señal, al menos medianamente comprensible, nos adentramos en un  bosque de  enormes hayas y damos con una especie de centro de interpretación. Por las fotos confirmo mis sospechas: se trata del meandro de un río que se ve casi a vista  de pájaro. Así que pregunto en información cuando tardamos en llegar y por donde. A su vez me pregunta que si andando o con “trip”. Esto último no lo comprendo mucho así que para no complicarme más le digo que andando. Me dirige por nuestra derecha y luego 500 metros todo recto.

Pero no hay ningún cartel en inglés, y sí muchos en alemán y gente que va y viene y una extraña pasarela  elevada que se interna entre las ramas de los arboles y que desconocemos a dónde se dirige. Estamos un poco desorientados y Angel pregunta a unos caminantes que nos dicen que tenemos que comprar un ticket que vale 10 euros. Dicen ser belgas y les seguimos. Nos dirigen al centro de interpretación de nuevo. Yo decido pararme y mientras Angel habla con alguien tratando de obtener algo de información, yo pregunto también. Dice no hablar inglés, aunque luego resultó que sí lo hablaba confirmándome lo que ya me dijo el joven del centro de interpretación. Así que recto y 500 metros andando. A ver que nos encontramos.

De vez en cuando la extraña pasarela aérea pasa por encima de nosotros, pero parece dirigirse al mismo sitio. Vemos como al final termina en una especie de torre que se eleva sobre el vacío. Nosotros  estamos debajo  de ella y nos asomamos a un balcón natural que parece que cuelga sobre el abismo.










Ante nuestros ojos se abre el impresionante espectáculo del meandro del Saas.

Nuestra vista se pierde a lo lejos  en las aguas de  este caudaloso río que se abre paso en dos brazos casi paralelos que parecen querer tocarse frente a nosotros. Justo a nuestros pies, la espectacular curva del meandro.  Sin duda, el mejor que hemos visto hasta ahora.

Y parece que la pasarela es una atracción añadida principalmente para los niños y  cuesta  10 euros. Me molesta especialmente no encontrar ningún tipo de información en otro idioma que no sea el alemán a lo que sumamos lo poco comunicativos que son los alemanes. Improvisar es difícil, aunque te manejes bien en inglés. Confieso que me he enojado tanto que ha habido un momento en el que he pensado en irme. Y menos mal que no lo he hecho, porque el sitio merece mucho la pena.

Ahora ya ponemos rumbo a Metz al area de autocaravanas, pero tan solo para aparcar mientras hacemos una visita fugaz a su catedral, ya que leemos que no es nada aconsejable quedarse a pasar la noche.

Y la encontramos sin dificultad junto al rio y al camping de la ciudad, pero es un sitio cutre hasta cansarse. Hay gitanos durmiendo en viejas caravanas y que ahora están tirados tomando el fresco por las aceras y varias tiendas de campaña. En fin, que comprendo los comentarios leídos, así que aparcamos, la pusimos todas las medidas de seguridad que teníamos,  y no sin cierta inquietud nos fuimos a ver la catedral.

Cinco minutos andando para encontrar este maravilloso edificio de piedra, magnifico e impresionante en su exterior, pero es en su interior donde se encuentra su mayor belleza. Es realmente espectacular: ante nuestros ojos se abren más de 6.200 metros de hermosas vidrieras de varias épocas, lo que la convierten en la mayor del mundo en superficie.

Y cuando entramos, no nos defrauda. Mis ojos recorren sus muros curiosos y ansiosos tratando de abarcar toda la magnitud y grandeza de la belleza de estas gigantescas vidrieras. Ascienden por las columnas hasta perderse en las enormes bóvedas. La nave central es una de las más altas de Francia, con una altura de 41 metros.  Pero lo que más impresiona es la luz, la luminosidad, los colores que se desparraman por ella… y es que toda  está rodeada de vidrieras que abarcan varios estilos y siglos desde el XIII hasta el XX.
La construcción de la  catedral gótica de St. Etienne  duro 300 años abarcando desde el siglo XIII hasta el XVI

El sol ilumina ahora la parte sur, el rosetón. No puedo dejar de mirar y admirar, hacia arriba, recorro con mis ojos el color, la luz, la sensación de grandeza.  Y es que es uno de los edificios góticos más grandes de Europa.

Desde luego, no nos ha decepcionado. Comprendemos por la llaman la “linterna de Dios”.
Nos cuesta, pero la dejamos y regresamos dejando atrás la bonita Iglesia Nueva de aspecto medieval aunque data del siglo pasado.

Esta ciudad surcada por canales,  parece bonita y elegante, al menos en lo que vemos. Pero no estamos muy tranquilos hasta ver que todo está como lo hemos dejado. Luego, en casa ya y con tranquilidad, deduzco por lo que leo que bien merece una visita de al menos  un día perdiéndose por sus calles.

Ahora ponemos rumbo a Anmeville a 17 km al norte de Metz, al área.

La encontramos junto al zoo en medio de un bonito bosque, protegidos por la sombra de hayas y robles y no deja de sorprenderme que está casi llena, un jueves a las 19,30 horas. 12 euros.

Con cierta envidia miro una integral hymer suiza que se ha alejado de la zona parcelada y que está prácticamente en la línea del bosque. Pese a carecer de conexión eléctrica,  me gusta más, aunque para pasar la noche, este sitio es tan bueno como aquel, bueno, un poco menos pero más que suficiente.

El día se ha ido despejando y nos ha dejado unos cielos azules con alguna nubecilla que otra pero la temperatura es estupenda. A partir de ahora, según nos dirijamos al sur, esto irá cambiando y echaré de menos dormir con manta.

Frente a nosotros tenemos un par de familias holandesas cuyos niños son bastante ruidosos. ¿qué grupo de niños no lo es jugando?. Cenamos y tratamos de reposar en tranquilidad, pero…empiezo a tener la cabeza embotada de tanto grito de niño. Además se suma un olor espantoso a sebo o grasa quemada que parece proceder del restaurante de comida rápida cercano, así que decidimos trasladarnos a donde están los suizos que parece más tranquila. Y se nota, no solo por los niños, sino porque nos hemos alejado de la cercana carretera que tenía bastante tráfico.  

Y nos vamos a la cama; pero a eso de las 23,30 oimos un vehículo que además decide colocarse a escasos metros de nosotros,  pese a haber mucho espacio, y no solo molesta por el ruido del motor, si no por las luces. Nos levantamos y vemos que es un camper.

Viernes 21 de julio. Rumbo al sur

Itinerario: Anmeville-Sainte Maure de Touraine
Pernocta:  Area de Sainte Maure de touraine (47.09321; 0.61283)

Exceptuando este breve incidente, la noche ha transcurrido tranquila hasta que a las 8,15 más o menos, cuando nuestros vecinos de la camper han decidido que no dormían más. Ni ellos….ni nadie porque viajan con dos niños tan ruidosos o más que los holandeses de ayer solo que estos no estaban jugando. Sencillamente y sorprendentemente,  hablaban a gritos.

Nos asomamos y vemos que son británicos. Angel, muy enojado, con esa “ira de los mansos”, sale y les dice en perfecto “espanglis” que están molestando, que ayer con las luces y el ruido habiendo mucho espacio libre, y ahora con los gritos. Piden disculpas, y Angel en principio, no parece aceptarlas. Y en esto que le oigo decir “it’s late!” e incluso, ahora ya no lo recuerdo bien, “it’s too late” ante lo cual ya no aguanto mi silencio y me sumo a sus quejas. ¿Cómo que es tarde?. Ni tarde ni temprano se puede molestar y ellos, muy británicos, lo saben mejor que nadie. Especialmente me indigno porque este tipo de comportamiento es impensable en su país y cuando cruzan el Canal, parecen transformarse. Angel termina diciéndome que se vayan a comer “Chips a fix”  a su país hasta que les salga por las orejas, lo que provoca mi hilaridad.

Los hijos de la Gran Bretaña incómodos, recogen y se van y nosotros desayunamos con tranquilidad y partimos rumbo al sur.

Y lo único destacable de este día de regreso es que batimos nuestro record de pago de una vez en autovías…más de 90 euros, y el área donde dormimos, un sitio absolutamente delicioso, cercano a la autovía. Se trataba de una explanada junto a una nave agraria reconvertida en parte en área, agregando una salita de estar, baño y ducha, previo pago de su importe. También te traían pan y bollos para el desayuno a petición. Y sobre todo se vía mucho cariño puesto en este lugar para hacerlo muy acogedor. En el exterior, tranquilidad y paz. Elegimos un viejo roble que nos cobijó bajo sus ramas. La temperatura y el aire no permitió que cenáramos fuera.


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